No es raro que esta pródiga frase me enfrente en calcomanías, parachoques de camiones o vitrinas. Entiendo que la fidelidad y el respeto al prójimo equidistan de la bondad. Del fiel no se espera una traición, un chisme, una ofensa a hurtadillas. El fiel es un individuo previsible. De esta constancia emana la confianza que provoca.
La zona de Chaitén fue flagelada por un volcán y una inundación. Entre sus habitantes debió haber gente devota y observante, gente que no dudaría del edicto que he citado. Pero la fidelidad divina no es previsible. Sin explicar el motivo, dios decidió que esa comunidad debía padecer. Para un cristiano es arduo entender esa extraña expresión de cariño. Para un no creyente la desgracia se remite a una convincente explicación geológica.
Albert Einstein refutaba la probabilidad de un dios personal. El generoso azar me confiere esta cita suya: "Para mí, la palabra 'dios' no es más que expresión y producto de las debilidades humanas. La Biblia es una colección de leyendas venerables, pero primitivas e infantiles".
Dios es fiel. Múltiples circunstancias, múltiples agravantes maculan esa virtud tan atribuida.
Las calcomanías, los parachoques, las vitrinas aguardan un expurgo.
quinta-feira, 22 de maio de 2008
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