segunda-feira, 19 de maio de 2008

La muerte de Julio César

Al rever el último episodio de la espléndida serie Roma advertí un detalle que merece comentario. Ya postrado por los puñales en el mármol del Senado, Julio César tuvo lucidez suficiente para un gesto de pudor. Puede verse que al ultimarlo el acero de Brutus, César repliega su toga para cubrirse el rostro. Esta atroz circunstancia posee una extraña variación en Suetonio, que dice: Pero cuando notó los puñales alzados sobre él, puñales de todas direcciones, se envolvió la cabeza en la toga. Al mismo tiempo, con la mano izquierda se bajó los pliegues hasta las piernas, para caer con más decencia, pues estaba desnudo por debajo.
En el fragor del magnicidio, ¿alguien habrá notado realmente ese gesto de César? ¿Qué piensa un hombre que se ve derrotado por una horda plural de asesinos? Es más: ¿Un hombre en una circunstancia así realmente piensa? Si la variante de Suetonio no es mera estética, cabe admitir que la historia es una alternativa diligente, aunque imperfecta, de la ficción. Y viceversa.

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