quarta-feira, 23 de abril de 2008

La moral de los curas

Durante un tiempo, afortunadamente no muy prolongado, llegué a pensar que los curas eran dignidades intocables. Recuerdo mi desconcierto al ver cómo en películas de la II guerra se los perseguía y ultimaba. Pensaba que agredirlos era dañar a dios. Esa áurea acabó de deslavarse con la premiosa locuacidad que abraza a la realidad chilena. Medina y su amor por la censura es un ejemplo inmejorable. Verlo en el balcón vaticano anunciando la designación del nuevo papa fue ver una alegoría. Remembro, asimismo, las reconvenciones y amenazas que los padres distribuyeron a los diputados que concordaban con la ley de divorcio.
No es extraño que estas incontinencias clericales operen en forma de ciclos. Ahora es otra la figura que apremia. Goic (ignoro si guarda parentesco con don Cedomil) ha denostado en público la voluntad de algunos alcaldes que defienden la entrega gratuita de la píldora del día después. Goic, como tantos y tantos otros, arguye que estas y otras prácticas afines son nefandas porque amenazan a la vida. Como tantos y tantos otros Goic provee argumentos morales sin advertir la inmensa contradicción: su defensa es inmoral. A personas como estas les place más el cumplimiento del dogma que la mera felicidad de las personas y celebran el apego a esa extraña virtud que entienden es el sufrimiento.
Un relato de Woody Allen me cedió una idea. Dice que los astrónomos saben de un planeta deshabitado, distante a seis millones de años-luz de la Tierra llamado Quelm. La temperatura en Quelm ronda los - 1.300 C, carece de gravedad y de oxígeno.
Lo previsible sería comentar que este es el lugar idóneo para el clero católico. No, no iba a comentar eso, aunque lo pensé.
Mis digresiones eran otras. A un lúcido cura le compete abogar por la calidad de la vida, no censurar, no creerse autoridad, comentar a Buñuel y fomentar la extinción definitiva de la iglesia católica.
Pero ya ven, argumentos de este jaez me exponen a que muchos quieran que sea yo quien me vaya a pasar una temporada a Quelm.

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